Esa piedra... dormida
En el lugar donde yacía
La estrella más pura y simple
Se encendía
En la noche
Y en el día
Se dejaba
Para ser llevada
Por quién llegaba
Para ser traída
En la mirada
Para cintilar
Cual alegre brisa
Por donde la mar vagaba
Para resonar
Al oído más fino
Como el corazón más divino
Que en el pecho se escuchaba
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